MUSEO DE LAS CULTURAS


Angélica Porras Pimentel
 
A unos pasos del Templo Mayor, del Zócalo capitalino y de la Catedral Metropolitana, se ubica un imponente edificio de arquitectura colonial, de una planta baja y dos niveles, el Museo Nacional de las Culturas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), un sitio con jerarquía propia porque cuenta con una tradición museística y una historia como ningún otro la tiene, desciende del primer museo que existió en nuestro país y en América Latina; el Museo Nacional de México.

Cada una de las piezas que integran las colecciones del acervo del Museo Nacional de las Culturas, son reflejo fiel de la política internacional de nuestro pueblo, de amistad y respeto entre las naciones del mundo, gracias a la cual ha recibido en donación más de 12 mil piezas con un valor histórico importante, que tienen su origen en rincones distintos del planeta.

El museo fue inaugurado en
diciembre de 1965. Está ubicado en la calle de Moneda 13, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, abierto de martes a domingo de 10:00 a 17:00 horas, entrada gratuita.
 
Salas

Mesopotamia

En esa región se desarrolló una de las culturas más importantes de la historia occidental. Habitada por diferentes grupos, allí apareció el uso del barro cocido para la construcción y se organizaron verdaderas ciudades desde las que se administraba y dirigía la producción.

Las tierras bajas de Mesopotamia abarcan una llanura fértil, pero sus habitantes se tuvieron que enfrentar al peligro de las invasiones, las extremas temperaturas atmosféricas, los periodos de sequía, las violentas tormentas y los ataques de las fieras.

Su arte refleja al mismo tiempo su adaptación y su miedo a estas fuerzas naturales, así como sus conquistas militares. Establecieron núcleos urbanos en el medio de las llanuras, cada uno dominado por un templo, que fue el centro del comercio y la religión hasta que fue desbancado en importancia por el palacio real. El suelo de Mesopotamia proporcionaba el barro para los adobes que fueron el material constructivo más importante de esta civilización. Los mesopotámicos también cocieron esta arcilla para obtener terracota, con la que realizaron cerámica, esculturas y tabletas para la escritura. Se conservan pocos objetos en madera.


En la escultura emplearon basalto, arenisca, diorita y alabastro. También trabajaron algunos metales como el bronce, cobre, oro y plata, así como nácar y piedras preciosas en la escultura más fina y en las labores de incrustación. En sus sellos cilíndricos usaron piedras de todas las clases, como lapislázuli, jaspe, cornalina, alabastro, hematites, serpentina y esteatita. No obstante, algunas de estas piedras escaseaban en la zona, por lo que tuvieron que importarlas.
 
El arte de Mesopotamia abarca una tradición de 4000 años que en estilo e iconografía es aparentemente homogénea. De hecho, fue creada y mantenida por las oleadas de pueblos invasores, diferentes tanto étnica como lingüísticamente. Hasta la conquista por los persas en el siglo VI a.C. cada uno de esos grupos hizo su propia contribución al arte mesopotámico. Los sumerios fueron el primer pueblo que controló la región y estableció su arte, seguidos por los acadios, babilonios y asirios. El control político mesopotámico y sus influencias artísticas se extendieron a las culturas vecinas, llegando incluso en ocasiones a zonas tan alejadas como la costa sirio-palestina, de modo que también los motivos artísticos de estas áreas lejanas influyeron en los centros mesopotámicos. Además, el resto de los pueblos que invadieron la región recogieron tradiciones artísticas mesopotámicas.

 
Entre las piezas que se pueden apreciar en este punto de la visita, destaca la maqueta de un zigurat, que fueron los primeros templos en forma de pirámide; y objetos provenientes de las tumbas reales (sumerias) de la antigua ciudad de Ur, al sur de Bagdad, cuyo hallazgo significó uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos de todos los tiempos.
El público puede ver excelentes réplicas del estandarte de Ur -pieza considerada obra de arte sumerio de valor universal-, así como de un ajuar funerario de oro y lapislázuli (gema) que perteneció a una cortesana de la reina Pu-abi. De la antigua Babilonia se exhibe una reproducción fiel del Código de Hammurabi.
 









Egipto

 Como en el resto de las sociedades agrícolas, el pueblo egipcio contaba con una religión que contemplaba la existencia de una vida después de la muerte. Se pensaba que los difuntos debían comparecer en un juicio ante Osiris, pero también podían permanecer en su lecho mortuorio y gozar allí de lo que habían tenido en vida. De ahí la importancia de los datos arqueológicos que se han recuperado en las excavaciones de tumbas. Se exhibe la réplica de un sarcófago, donde era colocado el cuerpo embalsamado, así como objetos originales y réplicas de esculturas funerarias.
 
Muchos de los dioses egipcios fueron representados con forma o partes de animal, ya que se consideraba que éstos se servían de animales o se manifestaban a través de ellos. Los objetos muestran también la rica fauna de la zona: buitres, babuinos, ibis, águilas, halcones y peces.

 

 

 
 

 
 

 
 




Grecia y Roma


Uno de los elementos de toda cultura es la mitología, que explica los orígenes, valores y características de cada pueblo: la civilización grecorromana desarrolló mitos que perduran hasta nuestros días y reflejan su concepción del hombre. En esta cultura politeísta llamaba la atención la apariencia humana de sus deidades, que además de tener las cualidades y defectos de los hombres eran inmortales y poderosas.
 
 
Su presencia e intervención en la vida diaria y los asuntos terrenales eran tan fuertes que se les rendía culto por medio de ofrendas, sacrificios y plegarias. Los dioses simbolizaban a las fuerzas naturales, a las actividades económicas y a los sentimientos y comportamientos del hombre. Fue común su representación en pinturas, cerámica, monedas y esculturas. En esta sala se aprecian reproducciones de Poseidón, Atenea y Hermes. Puesto que las tierras griegas no son muy fértiles, sólo se cultivaban el olivo, la vid y el trigo. En contraparte, su posición en el Mediterráneo favoreció el comercio marítimo, gracias al cual sus habitantes recibieron la influencia de Asia, el noreste de África y el resto de la Europa mediterránea.

Los restos arqueológicos indican que algunos primitivos pueblos del Mediterráneo, estrechamente ligados a las culturas del norte de África, habitaron las regiones meridionales del Egeo hasta bien entrado el periodo neolítico, antes del 4000 a.C. Estas pruebas muestran la evolución cultural desde la edad de piedra hasta la edad del bronce, que en Grecia empezó en el 3000 a.C. A principios del III milenio a.C., la denominada civilización del Egeo evolucionó hasta niveles extremadamente altos. La civilización de la edad del bronce en el Egeo se dividía en dos culturas, cada una de ellas con sus propias etapas y subdivisiones cronológicas. Una, la civilización de Creta o minoica, ubicada en el centro de la isla de Creta, a sólo 660 km al noroeste de Egipto y directamente relacionada con las rutas marinas hacia los antiguos países del Oriente Próximo. La otra civilización, la Heládica (micénica, en su periodo más reciente), florecía al mismo tiempo en la porción continental de Grecia, concretamente en el Peloponeso. Sus grandes centros estaban en Micenas, Tirinto (cerca del actual Návplion) y Pilos. La cultura y el comercio cretense dominaron el Mediterráneo hasta después del año 1500 a.C., cuando Micenas tomó el relevo.


 
El arte romano no es sólo el arte de los emperadores, senadores y patricios, sino también el de todos los habitantes del vasto imperio romano, incluyendo a la clase media de los hombres de negocios, los libertos o plebeyos, esclavos y legionarios de Italia y sus provincias. Curiosamente, a pesar de que subsisten una gran cantidad de ejemplos escultóricos, pictóricos, arquitectónicos y decorativos, conocemos pocos nombres de sus artistas y arquitectos. En general los monumentos romanos se realizaron para glorificar a sus mecenas más que para expresar la sensibilidad artística de sus creadores.


 

 



 

 

 

 

 

 

 
 
En conclusión debemos considerar la importancia del museo ya que el museo es una institución que alberga colecciones de objetos de interés artístico, histórico o científico, conservados y exhibidos para la educación y entretenimiento del público. Algunas de las organizaciones que en la actualidad conducen la política y el trabajo de los museos de todo el mundo han propuesto definiciones parecidas sobre la naturaleza y los objetivos de un museo. Por lo que ha sido muy grato ir al museo y aprender la importancia de la culturas, sus artes y la importancia que desarrollaron en la historia del hombre ya que estas son las bases de la historia.

 
También han tenido gran desarrollo los museos dedicados a la historia nacional, regional o local, entre los que se engloban tanto los museos convencionales como casas, lugares o distritos históricos. Los relatos y mitos del pasado son transmitidos oralmente a cada generación, lo que a menudo requiere una enorme capacidad de memoria por parte de algunos miembros de la sociedad. Esta narrativa memorista desaparece cuando la misma sociedad muere. La arqueología se convierte de este modo en el único medio para reconstruir la naturaleza y los sucesos de la prehistoria, a través del estudio de los restos materiales dejados por los pueblos del pasado: sus zonas de residencia, sus utensilios, así como sus grandes monumentos y sus obras de mucha importancia ya que esto es con el fin de tener y desarrollar nuestra cultura que manejamos en la sociedad.
 
 

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